martes, 17 de junio de 2008

Una vaca futbolera


“Donnaclara” camina muy tranquila por la verde espesura de los campos de Friedrichsfehn, en Alemania. Ésta llamativa foto, de la agencia AFP, es una muestra más de que el fútbol es capaz de fanatizar hasta a sociedades a menudo denominadas “frías” o “desapasionadas”. Claro está, muchos de los sajones no tienen esa naturaleza tan sanguínea y caliente (en el buen sentido) que sí tenemos la mayoría de los latinos, el apasionamiento que también muchas veces es malentendido y se transforma en violencia.

La imagen de la vaca genera la simpatía, y más cuando se tiene en cuenta que fue pintada con los colores alemanes por un grupo de chicos, en honor y en muestra de fanatismo hacia su selección, que hasta ahora viene obteniendo buenos resultados en lo que es la actual Euro 2008. Un tributo original y simple, quizá no el más eficaz ni tradicional, pero que conserva lo valioso de la inocencia de la niñez. Y también al margen de finalidades comerciales como normalmente se puede encontrar actualmente en todo lo que tiene que ver con el mundo fútbol.

Diego Dipierro

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