jueves, 19 de junio de 2008

a 100 dias del paro del campo

Cacerolas

Cuando se moría el 2001, también parecía morirse el país. Miles de cacerolas estaban vacías de comida y llenas de bronca por la profunda crisis de todos los órdenes del país. En Buenos Aires las cacerolas en Plaza de Mayo se llenaron de la sangre que brotó de la represión que sufrió la gente auto convocada harta de un sistema que no encontraba solución para que el país saliera del pozo en el cual se venia hundiendo desde hacía más de una década atrás.

Artefactos de cocina omnipresentes en cualquier casa, sin distinción de clase ni de zona geográfica. Salen a la calle cada vez que algo anda peor de lo que normalmente andan las cosas en este país (ya no basta con decir que aparecen cuando las cosas andan mal porque en la “riquísima” Argentina siempre van a haber motivos para pensar que el país no anda como debería). Este fenómeno también extrañó por esa incapacidad congénita que tenemos los argentinos de no ponernos casi nunca de acuerdo, una de las pocas cosas en que muchos ciudadanos coincidieron aquellos días del caliente mes de Diciembre fue en salir a hacer su pequeña porción de ruido para hacerse escuchar.

Cacerolazos de Lilí Essés en Transarte.

La última semana las cacerolas volvieron a enrarecer el clima político y sobre todo el clima social del país, al punto de hacer temer una pueblada similar a la de hace 6 años y medio atrás. Y ésta vez trascendieron los límites de la Av. Gral. Paz para instalarse en varias ciudades del interior (Córdoba, Rosario, Neuquén, La Plata, Tucumán, Catamarca, Chaco). Fueron sin duda manifestaciones que excedían a un reclamo sectorial de los denominados “oligarcas” por el Gobierno. Ya no sólo el campo estaba contra el gobierno; tal como había ocurrido más tímidamente hace aproximadamente 50 días en Capital, los centros urbanos empezaron a hastiarse de la situación.

Sin embargo este micro clima urbano estuvo influido por la actitud necia y peleadora que propuso y sigue proponiendo el Gobierno (con su cara más mediática, visible y criticable desde todo punto de vista, Luis D’Elía), que hace también sospechar que todavía pueden ocurrir conflictos sociales que excedan a estos sectores urbanos que hacen su reclamo. Esto es: pueden seguir existiendo (y agravarse aún más) los conflictos en las rutas y también en ciudades del interior y en Buenos Aires.

Las cacerolas ocupan el lugar de la gente que no pretende sumar más violencia la situación (pero igualmente tentados a violentarse por los infiltrados que el Gobierno Nacional envía para desnaturalizar un reclamo legítimo y pacífico, sin mencionar las cuantiosas movilizaciones que responden a uno de los clientelismos más burdos de la presente década).

Esperemos que el desabastecimiento y la bronca queden en el pasado, y que las cacerolas puedan volver al lugar que les corresponde. Y que no se necesiten más manifestaciones masivas para reclamar lo que es justo, que el Gobierno actúe de manera democrática y respetando a los que no están de acuerdo con él (por más que no le convenga). Que haya diálogo y que los argentinos podamos ponernos a trabajar para que el país salga adelante de una buena vez.

Diego Dipierro

1 comentario:

Marcos Ángeles. dijo...

Tengo un par de comentarios sobre este artículo: y cito.
¿Realmente creés que las protestas tuvieron lugar "sin distinción de clase ni de zona geográfica"? Me resulta impensable siquiera sugerir una cosa así... Acepto que alguien pueda resaltarse lo sugerente del hecho de que los "cacerolazos" hayan traspasado la frontera de la capital, pero de ahí a decir que se realizaron "sin distinción de zona geográfica" hay un abismo de diferencia. El hecho de que vos nunca hayas ido a una villa (y por consiguiente no los consideres como "zonas geográficas") no significa que no existan. Y ninguna protesta se verificó en ellas. Ni tampoco en barrios del conurbano de clase media. (En la misma nota decís que "los centros urbanos empezaron a hastiarse de la situación"; esta es una generalización radical y una contradicción; ya que al considerar como TOTAL una protesta de los centros urbanos, estás negando la existencia de los "no-centros urbanos". Lo cual es una apreciación fundamentalmente clasista de tu parte.) No puedo evitar una sonrisa lastimera frente a la idea de una "pueblada en palermo hollywood". Lo cual está íntimamente ligada con el otro aspecto que negás: la distinción de clase. Obviamente, el conflicto ya traspasó la franja de los "oligarcas", ganando terreno en el tema de queja de la -forever fascista- clase media. Pero hay que olvidar, en este sentido, que la clase media históricamente le lamió las botas a las clases altas, y defendió sus intereses. Esto se debe a que las clases medias, aún en épocas en que se encuentran empobrecidas, se proyectan en los sujetos de alto poder económico, porque ansían con todas sus fuerzas alcanzar, algún día, ese nivel. Y si ese día alguna vez llegara, quieren asegurarse de haber defendido el derecho de ser ultramillonario, aún si esto es en detrimento de un sector que para ellos no existe: las clases bajas. Porque,, recordemos, la riqueza es LIMITADA: para que uno gane, otros tienen que perder. Y, citando a Alfredo Zaiat, "no deja de ser una peculiar forma de entender la convivencia democrática y la estabilidad social reclamar el derecho de exportar alimentos sin restricciones y encarecerlos en el mercado doméstico con un nivel de pobreza del 30 por ciento de la población y con un porcentaje similar que está apenas en el escalón superior de ese umbral de ingresos."
La razón de esta disertación es que yo también soy un estudiante, en mi caso de Ciencias de la Comunicación, y no puedo evitar reaccionar ante estas supuestas incursiones en el terreno informativo, que pretenden inscribirse en una instancia de "voz autorizada", pero que responden obstinadamente a un "sentido común" en el sentido en que lo define Gramsci, como una determinación social que es CONTSTRUIDA en relación con los intereses del sector dominante y constantemente reforzada por un conjunto de instituciones, como la escuela y la Iglesia -y, en nuestras sociedades, fundamentalmente por los medios de comunicación-. Y me valgo aquí de las palabras del investigador y docente Pablo Alabarces: "los lugares comunes, esas frases hechas y huecas donde una sociedad suele demostrar sus peores tonterías, los abismos más horrorosos de su estupidez; estupidez que, sin embargo, se transforma en ‘sentido común’, un lugar aún más espantoso donde el lugar común se vuelve sabiduría indiscutible y conocimiento compartido"
Manteniendo el respeto, les sugiero que se planteen definir el lugar desde donde van a hablar (no es lo mismo hacer "periodismo", trabajar sobre la "comunicación social", y hacer "publicidad" (o, en este caso, propaganda de UN sector económico), para que puedan realmente "ayudarlos (a los lectores) a entender un poco mejor la realidad que nos rodea".

Llegando al final, le dejo una pregunta al autor de esta nota: ¿qué significa exactamente que el dirigente kirchnerista sea "criticable desde TODO PUNTO DE VISTA"? Yo condeno su hipocresía y sus incitaciones a la violencia, pero hasta ahí llego...

Y cierro recomendándote, en relación a la "actitud necia" del Gobierno y a la necesidad de una "salida negociada" en que ambos aflojen un poco, una breve lectura; es un texto del periodista Podeti, alguien que escribe bastante menos seriamente pero sabe muy bien qué está diciendo:
http://weblogs.clarin.com/podeti/archives/092550.php

Un saludo.